La inteligencia artificial como herramienta de solución a los conflictos de agencia. en las sociedades colombianas

Por: Juan Antonio Ospina

Comenzar este artículo definiendo la inteligencia artificial (IA) resulta impertinente pues, las definiciones en este campo están sujetas a un rápido avance y evolución. Lo que hoy se considera una definición adecuada, mañana puede resultar obsoleta. Es innegable que la IA, ha experimentado un crecimiento exponencial desmesurado en los últimos años, impactando de forma significativa prácticamente todas las profesiones contemporáneas. Desde la capacidad para recrear obras de arte clásicas en cuestión de segundos hasta la realización de complejas cirugías cardíacas, esta tecnología de vanguardia está redefiniendo los paradigmas actuales de la realidad y poniendo en riesgo de declive a quienes lo ignoren.

Hace una década, una empresa de capital de riesgo con sede en Hong Kong, llamada Deep Knowledge Ventures, anunció en un comunicado de prensa que “nombró como miembro de su junta directiva a VITAL (Validating Investment Tool for Advancing Life Sciences, por sus siglas en inglés), un programa de aprendizaje automático capaz de hacer recomendaciones de inversión en el sector de las ciencias de la vida".[1] De forma similar, en 2018, el CEO de la empresa proveedora de software SalesForce reveló que una máquina de IA llamada "Einstein" atendía sus reuniones semanales de personal y comentaba sobre las propuestas que se estaban debatiendo.[2]

El caso de VITAL rápidamente adquirió relevancia a nivel global, siendo divulgado por numerosos medios de comunicación que destacaron la aparente dominación de la IA hacia el ser humano. No obstante, desde un enfoque técnico, se determinó que VITAL realmente no formaba parte de la junta directiva, principalmente debido a las restricciones legislativas de Hong Kong que prohíben la inclusión de entidades no humanas en órganos de administración societaria.[3] Además, se confirmó que el comunicado era exagerado, pues Deep Knowledge Ventures posteriormente reconoció que el papel de VITAL “era ligeramente diferente al de los directores humanos”, indicando que la empresa considera al software “como un miembro de nuestro consejo con estatus de observador”, por ende el consejo “no tomaría decisiones de inversión positivas sin la corroboración de VITAL", sin embargo, VITAL no participaba activamente en la votación.[4], sino que se erigía como una herramienta instrumentalizada por los miembros de la junta con el fin de auxiliar y evaluar la eficacia de la toma de decisiones.

Este suceso marcó un nuevo planteamiento para la doctrina internacional, trayendo a la mesa debates acerca de cuál será el papel de la IA o los algoritmos dentro de los órganos de administración en las empresas, tanto actuales como de un futuro. Según una doctrina mayoritaria[5], la influencia de la IA en el campo del gobierno corporativo puede categorizarse en dos tipos;

  • El primero trata la función de apoyar y desarrollar la toma de decisiones humanas, conocida como “Inteligencia Asistida”. Este sistema tiene capacidad limitada y carece de autonomía, pues los humanos siguen siendo los que toman las decisiones, mientras que el sistema tiene la labor secundaria de apoyar y asistir a estos. Los sistemas de IA asistida podrían ejemplificarse como Siri de Apple y Google Assistant de Android.[6];
  • El segundo, conocido como “Inteligencia Aumentada”, busca ayudar a los humanos a crear cosas nuevas.[7] En este sistema, las herramientas impulsadas por la IA son más sofisticadas y completas. Al contar con un mayor nivel de autonomía, este tipo de sistema aumenta la eficiencia operativa de la empresa, ya que puede ejecutar tareas siguiendo instrucciones y generar productos sin intervención humana directa. Esto le permite a la IA analizar propuestas de inversión, simular decisiones para prever resultados y estudiar la competencia. Entonces, la Inteligencia Aumentada puede definirse como la combinación de la IA y la inteligencia humana, en la que la IA complementa y potencia las capacidades humanas en lugar de reemplazarlas.[8] Ejemplos de sistemas de IA aumentada incluyen Watson de IBM[9] y Chat GPT de OpenAI. No obstante, una doctrina menos desarrollada contempla la posibilidad de que en el futuro la IA sustituya por completo la intervención humana en la toma de decisiones empresariales, dando lugar a lo que se conoce como “Inteligencia Autónoma”. [10]

Actualmente, la IA incluye varias herramientas como la lógica simbólica, redes neuronales artificiales, sistemas difusos, computación evolutiva, agentes inteligentes y modelos de razonamiento probabilístico, entre otras aplicaciones con enfoques más específicos[11]. Estas herramientas permiten coordinar la entrega de datos analizados para hacer previsiones, desarrollar la coherencia entre ellos, cuantificar la incertidumbre, anticiparse a las necesidades de los usuarios y finalmente sugerir líneas de actuación para los administradores de una sociedad[12].

Las exigencias actuales en el ámbito del gobierno corporativo tienen el reto permanente de alinear los intereses divergentes entre las partes interesadas de una sociedad (stakeholders). Esta asimetría, caracterizada como problemas de agencia, plantea importantes amenazas a la eficiencia de la organización, generando costos. La llegada de la IA, presenta una propuesta convincente para resolver los dilemas inherentes a la agencia, precisar criterios de aproximación entre los interesados o para simular los escenarios de las posiciones divergentes.

La “agencia”, como se ha venido desarrollando en la doctrina, principalmente anglosajona, comprende la relación que existe entre las partes interesadas de una sociedad. Apartándose de la tesis que resalta como principal interesado del rendimiento económico de una sociedad a los socios, se entiende que las decisiones ejecutivas tomadas por los administradores están directa o indirectamente influenciadas por los intereses de un grupo diverso de actores. Entre estos, se destacan los mismos administradores, los terceros acreedores, y complementariamente los accionistas o socios cuyo interés se manifiesta al ver reflejado su aporte de capital en las utilidades que les corresponden. Sin embargo, cuando una decisión contrapone los intereses entre las partes, generando que el titular de un interés representado, como sucede en el caso de los accionistas, vea menoscabado el mismo, se generan los denominados conflictos de agencia. Desde una óptica económica, los conflictos de agencia ocasionan que la operación social se torne más onerosa, provocando los conocidos costes de agencia. [13] Los tres principales conflictos de agencia son los derivados de la relación entre accionistas y administradores, la relación con los diferentes grupos de accionistas dentro de una sociedad de capital y la posición de los acreedores externos con respecto a la sociedad [14].

Frente al primer tipo de conflicto, el artículo 23 de la Ley 222 de 1995 establece un marco de deberes generales y específicos que deben cumplir los administradores de una sociedad. El artículo dice: “los administradores deben obrar de buena fe, con lealtad y con la diligencia de un buen hombre de negocios”[15] De los deberes de lealtad y diligencia a su vez se desprenden otros deberes específicos contenidos en el mismo artículo[16], los cuales establecen unos parámetros relacionados explícitamente a la actuación comercial de los administradores. El deber de diligencia de un buen hombre de negocios se caracteriza por una gestión prudente, ordenada y ajustada al mundo de los negocios.[17]

En este sentido, los riesgos asumidos por los administradores pueden ser mitigados al máximo mediante una comprensión más amplia de su naturaleza. Apoyándose en la IA, pueden generar escenarios sometidos a un proceso exhaustivo de autoevaluación, donde se visualicen las consecuencias de asumir el riesgo. El deber de lealtad, por su parte, se conceptualiza como la obligación de fidelidad que recae sobre los administradores en relación con los asociados, fundamentada en la confianza que estos últimos depositan en aquellos. Esta fidelidad se manifiesta en la promoción de los intereses sociales y en la ejecución de todas las acciones en beneficio de la empresa y sus asociados. Dada su compleja naturaleza, la evaluación del cumplimiento de este deber demanda un estudio más detallado por parte de los jueces, a fin de determinar si la conducta efectivamente respalda los intereses de la sociedad y sus accionistas, sin entrar en conflicto con el interés general.[18]

Mediante la aplicación oportuna de análisis realizados por programas de IA, mecanismos de supervisión en tiempo real y algoritmos predictivos, las empresas están preparadas para reforzar los marcos de toma de decisiones, dotando su práctica con mayores niveles de transparencia, responsabilidad y convergencia, impulsando así la eficiencia organizacional y a su vez supervisando que las decisiones sean acertadas.[19] Por ejemplo, una de las ramas más ambiciosa de la IA, conocida como la “analítica cognitiva”, basa su propósito en diseñar máquinas que mediante una combinación de algoritmos de Machine Learning, deep learning y IA sean capaces de entender, aprender, reconocer y reproducir el funcionamiento de la mente humana. El uso de analítica cognitiva, incorporada en distintos sistemas o aplicaciones de IA, ofrece la posibilidad de mitigar los riesgos de las decisiones corporativas al interpretar comportamientos humanos intuitivos y psicológicos.[20]

En conclusión, la IA ha consolidado su papel como una herramienta loable en las operaciones cotidianas de las empresas. Se ha observado su creciente utilidad para mejorar la eficiencia operativa y su, cada vez mayor, relevancia como parte integral del proceso de toma de decisiones administrativas. La IA ofrece un respaldo analítico que promueve la certeza y la transparencia en dichas decisiones, lo que a su vez facilita el cumplimiento de los deberes fiduciarios por parte de los administradores y minimiza los problemas de agencia derivados de la actividad empresarial de los socios. Aunque aún existen muchas áreas por explorar y desafíos por superar, es innegable que la inteligencia artificial ha llegado para quedarse, y su integración en los procesos de gobernanza empresarial se está convirtiendo no solo en un privilegio, sino en una necesidad imperiosa.

Bibliografía de apoyo:

Armour, John y Eidenmueller, Horst G. M., Self-Driving Corporations? (2019). Harvard Business Law Review, Forthcoming, European Corporate Governance Institute - Law Working Paper No. 475/2019, Oxford Legal Studies Research Paper No. 5/2020, Disponible en SSRN: https://ssrn.com/abstract=3442447

Congreso de la República de Colombia, Ley 222 de 1995: Por la cual se modifica el Libro II del Código de Comercio, se expide un nuevo régimen de procesos concursales y se dictan otras disposiciones. (Diario Oficial 42.156, 1995).

Deloitte, Cognitive Analytics (2023). Obtenido de https://www2.deloitte.com/es/es/pages/strategy-operations/solutions/cognitive-analytics.html

Díaz Echegaray, José Luis. Deberes y responsabilidades de los administradores de las sociedades de capital. (2006) Segunda Edición.

Kaya, Baran Can, The Role of Artificial Intelligence In Corporate Governance (2022). Disponible en SSRN: https://ssrn.com/abstract=4143846

Kraakman, Reinier, The Anatomy of Corporate Law. Oxford University Press. 2004. Disponible en https://edisciplinas.usp.br/pluginfile.php/3768499/mod_resource/content/1/DCO0318_-_Aula_3_-_Kraakman_Haasman_Armour.pdf

Petrin M., “Corporate Management in the Age of AI” (2019), Vol. 2019 No. 3 Columbia Bussiness Law Review, Disponible en: https://ssrn.com/abstract=4143846

Reyes Villamizar, F. Derecho Societario (Tomo I), (2020). Editorial Temis.

[1]Deep Knowledge Ventures Appoints Intelligent Investment Analysis Software VITAL as Board Member, CISION PRWEB (May 13, 2014), http://www.prweb.com/releases/2014/05/prweb 11847458.htm.

[2] ibidem

[3] Martin Petrin,, “Corporate Management in the Age of AI”(2019), Vol. 2019 No. 3 Columbia Bussiness Law Review, (https://journals.library.columbia.edu/index.php/CBLR/article/view/5118)

[4] ibidem

 

[5] John Armour and Horst Eidenmüller, “Self Driving Corporations?”(2019), Harward Bussines Law Review/44; (https://papers.ssrn.com/sol3/papers.cfm?abstract_id=3442447)

[6] Petrin (n.3)

[7] ibidem

[8] Kaya, Baran Can, The Role of Artificial Intelligence In Corporate Governance (2022)

[9] Petrin (n.3)

[10] Kaya (n.8)

[11] ibidem

[12] Petrin (n.3)

[13] Kraakman, Reinier, The Anatomy of Corporate Law. Oxford University Press. 2004. (https://edisciplinas.usp.br/pluginfile.php/3768499/mod_resource/content/1/DCO0318_-_Aula_3_-_Kraakman_Haasman_Armour.pdf)

[14] ibidem

[15] Congreso de la República de Colombia, Ley 222 de 1995: Por la cual se modifica el Libro II del Código de Comercio, se expide un nuevo régimen de procesos concursales y se dictan otras disposiciones. (Diario Oficial 42.156, 1995).

[16] (i) Desarrollar el objeto social, (ii) velar por el cumplimiento de las disposiciones legales y estatutarias, (iii) velar para que se permita el cumplimiento de las funciones del revisor fiscal, (iv) Guardar y proteger la reserva comercial e industrial de la sociedad, (v) abstenerse de utilizar indebidamente información privilegiada, (vi) dar un trato equitativo a todos los socios y respetar su derecho de inspección, (vii) abstenerse de participar en actos que impliquen conflictos de intereses o competencia para la sociedad.

[17] Díaz Echegaray, José Luis. Deberes y responsabilidades de los administradores de las sociedades de capital. Segunda Ed. Editorial Aranzadi. Cizur Menor -Navarra-. 2006

[18] Reyes Villamizar. F, Derecho Societario (Tomo I), (2020). Editorial Temis

[19] Kaya (n.8)

[20] Deloitte, Cognitive Analytics (2023). Obtenido de https://www2.deloitte.com/es/es/pages/strategy-operations/solutions/cognitive-analytics.html